viernes, 19 de febrero de 2010

Silencio, oscuridad y muerte.

-¿Estas segura de esto?-

Él tenía la esperanza de que ella se retractara, que en el último momento le pidiera que se detuviese y que volvieran juntos a casa...

¿Cual casa?... el banco seguramente ya estaría vaciando lo que quedaba de su hogar para pagar las deudas que día a día se habían acumulado hasta volverse algo imposible de pagar.

 -Tu lo prometiste-Responde ella -no me falles ahora-

 Esta fue una promesa muy extraña que sin embargo aceptó, como hombre, como esposo, estaba obligado a cumplir su promesa a pesar de lo mucho que le disgustara lo que estaba apunto de hacer.

Sacó de su bolsa el último billete que tenía en su poder, el ultimo reducto de dinero de un desempleado y una desempleada que han sucumbido ante una de tantas crisis crisis económicas que aquejan a un país del tercer mundo. Pobres víctimas de una sociedad en el que los individuos no valen como por lo que son, sino por lo que tienen.

Nervioso pagó la cuenta del hotel y ambos ascendieron por las escaleras en busca del cuarto en donde pasarían su última noche.



Al traspasar el umbral y cerrar la puerta con cuidado dejaron la maleta en donde guardaban sus últimas pertenencias. Ella le pidió un momento para entrar en el baño mientras él, aprovechando la oportunidad, tomó un boligrafo y comenzó a escribir una carta de despedida donde explicaba las razones que le venían a la mente y disculpas por todos los errores que había cometido en el pasado.

Al salir del baño ella le vió escribiendo y le pidió unos momentos más para imitarlo, escribiendo una nota en la que explicaba su último deseo y el como había pedido a su esposo que este lo cumpliera.

Él esperaba sentado en la cama que ella terminara, con tristeza miraba su silueta perfecta dibujarse ante el espejo. Un cuerpo hermoso que ella tantas veces le había entregado a sus más profundos deseos, llevandole hasta aquel paraíso que solo los impíos pueden conocer.

Tras terminar su nota ella se quedó mirándolo a través del espejo y lentamente, sin dejar de fijar sus ojos en él con una seducción que solo alcanzan dos almas que han pasado por incontables experiencias juntos, se desabotonó la blusa como primer paso para dejar caer una por una las prendas de su cuerpo en una danza de miradas que él contemplaba con placer.


Sintiendose completamente desnuda se volvió hacia él y caminó los dos pasos que les separaban, colocandole su tierno pecho sobre la boca para que el bebiera de su piel.

Pasaron las horas y la luz del sol se extinguió en el horizonte contemplando por la ventana dos cuerpos humanos que se amaban incesantemente.

La noche cubría inusualmente de estrellas el cielo de la ciudad y ambos contemplaron abrazados la luna que lentamente se aproximaba al horizonte.
Los primeros tintes que tiñen los cielos de azul y violeta les sorprendieron haciendo el amor una vez más... la hora había llegado.

-Aun tienes una oportunidad- dijo él susurrando a su oído mientras ella se estremecía con la caricia que se deslizaba por su brazo y bajaba hasta la altura de la pierna.

-Recuerda que todo esto es idea mía, solo tú puedes hacer realidad mi deseo, solo tú puedes darme la muerte que quiero-

Las discusiones sobre las miles de posibilidades que aun les quedaban habían sido extensas durante la última semana, y las opciones se iban cerrando al tiempo que el dinero se agotaba, los amigos se alejaban y las instituciones acechaban cual zopilotes que se yerguen sobre sus presas moribundas.

-Está bien, pero recuerda que yo te seguiré después-

Se besaron una vez más. Él se levanto para ir en busca de la mochila y buscar lo que necesitaría. Ella se levantó también y caminó detrás de él, colocando la mano sobre su hombro desnudo una vez que estuvo a su alcance mientras el se arrodillaba rebuscando en la maleta.

Al sentir el contacto de su fría mano el se viró violentamente y le asestó un puñetazo en la mejilla izquierda. Ella cayó sobre su costado sintiendo como un hilo de sangre brotaba de su boca para manchar la alfombra. "Él lo hará bien", pensó, "Y yo le agradeceré que me mate de esa manera".

La tomó por el cabello y de un fuerte tirón le hizo levantarse para después arrojarla contra la cama, ella gritó por un momento antes de que un golpe derribara tres de los dientes de su hermoso rostro y le dejaran el labio convertido en una masa amorfa que comenzaba a inflamarse.

Ella sintió las nalgas desnudas de su esposo sobre su espalda mientras inútilmente intentaba zafarse de las ataduras a las que él le sometía. En manos y pies sentía el constante hormigueo que producían las vendas que él había anudado con ferocidad.

Un nuevo golpe, esta vez con un objeto pesado, hizo sonar su espalda con un golpe seco cuando ella intentó darse vuelta, al instante sintió un crujido, seguramente alguna costilla, y un lijero dolor que punzaba con cada jadeo.
Temblando, dejó escapar un gemido de dolor y placer cuando él la penetró por el ano con un miembro totalmente rígido de la exitación. Los golpes no dejaban de llover sobre su cabeza, espalda, su pecho mientras el entraba y salía una y otra vez de su ano y vagina.

"No me mates demasiado rápido" pensó ella incapaz de articular nada más que gemidos, pues ahora las manos de él le presionaban la garganta impidiendole respirar. Ella quería gritar de dolor, de placer, quería gritarle "¡Dame más de esto!".

Los oídos le zumbaban y sentía la cabeza como un gran globo apunto de explotar cualdo él soltó su cuello. Un afluente de aire frío traspasó su garganta y llenó sus pulmones. Las lágrimas no dejaban de brotar y el llanto era incontrolable. "Solo espero que al verme así no se arrepienta... tiene que terminar... él me lo prometió".

Sin embargo ahora todo estaba quieto, y el zumbido de sus oídos no desaparecía ni le dejaba saber que era lo que él estaba haciendo.

Entonces sintió como la cama se ladeó cuando él subió nuevamente. La sangre volvió a sus manos y sus pies cuando él cortó las ataduras con un gran cuchillo de cocina que ahora pendía de su mano. Sin fuerzas ya para nada más ella se dió vuelta para mirarlo, aunque las lágrimas le impedían ver.

-No- alcanzó a balbusear. -no porfavor... no te det...-

No pudo seguir hablando cuando sintió unos suaves labios posarse sobre la comisura de su boca ensangrentada. Un cosquilleo subió desde su pecho hasta la garganta y brotó en un nuevo llanto.

-Te amo- siseó él.

Ella estaba reuniendo fuerzas para responderle, para decirle que también lo amaba y que le estaría agradecida por toda la eternidad por esto cuando se dió cuenta de que había algo más, no solo era el cosquilleo del pecho, sino también un ardor en el vientre que iba creciendo. Él estaba cumpliendo con la última parte de su promesa.

Su esposo se incorporó y le abrió las piernas para penetrar una vez más su vagina con un miembro que no había perdido su rigidez, lentamente, mientras hacía que la navaja enterrada en el ombligo decendiera floreando su vientre.

El dolor se volvió insoportable pero ella intentó por todos los medios resistirse a gritar. Sentía ya la sangre tibia rodeandole por completo y formando un charco sobre la cama.

El corte llegó hasta su pubis en donde se detuvo. Sin dejar de entrar una y otra vez en su vagina dejó el cuchillo a un lado y, con mucho cuidado, metió su mano en la herida. Con los dedos iba pasando entre cada uno de sus órganos ensangrentados, sintiendo los tejidos rompiendose entre las yemas de sus dedos que no dejaban de empujar y sumergirse en su cuerpo. Él sintió las costillas de ella rodeando su antebrazo y la enorme presión de los pulmones que le presionaban la mano contra las paredes del tórax con cada jadeo.

Siguió luchando por meter su mano hasta que, tras atravesar una débil capa que pareciera ser un delicado velo resguardando a la doncella que espera en cama por su primer encuentro con el nuevo esposo, llegó a su objetivo.

Rozó ligeramente aquel masijo de carne y lo sintió latir. ¡Cuan fragil era!, ¡Cuan delicado y hermoso era su corazón!. le dedicó una tierna caricia y, una vez que le rodeó con sus dedos, se dió cuenta de lo pequeño que era.

Este corazón era el que le había dado tanta felicidad durante los últimos años, tanta dicha, tantas ilusiones... Él no dejó de llorar mientras apretaba la mano y sentía la carne escurrir entre sus dedos que no dejaban de apretar. El latir se detuvo aunque ella aun continuaba agitandose cada vez más débil.

Ella no lo miraba, su espalda arqueada hacia atrás desde la cadera hasta la nuca le hacían mirar algún punto en el techo. Aun así él notó un hermoso brillo en sus ojos, por un instante parecían ser cristal, justo antes de que el último espasmo diera lugar al silencio y a la muerte.

Alguien llamó a la puerta:

-¿Está todo bien allí?- Se escuchó decir a alguien con un tono enfadado, tal parecía que llevaba algún tiempo esperando una respuesta.

Sacó la mano del interior de ella llevando aun restos de su corazón entre los dedos y acarició aquel cabello castaño cuyo aroma le hacía enloquecer, dejando sin darse cuenta una mancha roja al hacerlo.

-No te alejes demasiado pequeña, pronto estaré contigo- susurró entre lágrimas mientras le besaba con ternura la frente.

Los golpes en la puerta se hacían cada vez más insistentes, ahora parecía que intentaban derribar la puerta.

Miró hacia la ventana se puso de pie. Era una lástima que desde este lado del edificio no pudiese contemplar el amanecer, realmente le habría gustado mirar el sol por última vez.

El crujido de la puerta al abrirse fue la señal para emprender la embestida contra la ventana. Escuchó el cristal romperse a su alrededor y sintió cómo las afiladas puntas desgarraban la piel de su rostro y cabeza. Uno de los bordes penetró en su ojo derecho mientras otro más partía por la mitad una de sus orejas.

No tuvo mucho tiempo para pensar en el dolor mientras caía los escasos tres pisos que le separaban del suelo. Pronto sintió el golpe que le trozó el cuello y partió su cráneo en miles de astillas.

No se movió más mientras veía como la sangre cubría la acera frente a sus ojos.

Alguien se acercaba corriendo pero seguramente llegaría tarde pues, entre más se acercaban a él, el mundo se disolvía en la oscuridad para convertirse en un solo punto luminoso en la lejanía, como si fuese la salida de un oscuro y estrecho túnel.

Pronto el mundo que conoció estuvo tan lejos que fue imposible ver su luz. A su alrededor solo quedó oscuridad y muerte.

1 comentario:

  1. Siempre me va a gustar esta historia.... lastima que la vida es tan cambiante y las cosas no pasan como unos las imagina...

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