martes, 23 de febrero de 2010

Amnesia

Estoy sentado en algún lugar del cementerio. No se como llegué aquí ni porqué me encuentro en este lugar. No puedo recordar mi nombre ni nada de lo ocurrido. Solo sé que este lugar es de alguna manera seguro, aunque no se porque.

La noche sin estrellas es extrañamente silenciosa y la luna apenas flirtea por entre la delgada capa de nubes que cubre el cielo, asomando por alguna de las múltiples rasgaduras que dejan ver el oscuro cielo que se esconde detrás de su manto.

¿Que día es hoy?, no lo sé... ¿Como se llama este lugar?... no puedo recordarlo.

Mi cabeza no para de doler . Al llevarme la mano a la frente siento algo húmedo entre mis dedos.



Ante la luz de la luna trato de ver que es ese líquido oscuro que me resbala por entre las yemas. Huelo, saboreo aquella sustancia y me doy cuenta de que es sangre... mi sangre.

Con cuidado paso nuevamente los dedos por la frente tratando de averiguar por donde brota la sangre. Asciendo hasta llegar al cabello, muy despacio hasta llegar donde siento un dolor punzante.

Con cuidado presiono alrededor de la herida para saber su tamaño. La herida no parece muy grande, pero cuando presiono demasiado mis dedos se hunden y puedo escuchar en mi cabeza el rozar de huesos rotos. Este es el origen de mi dolor y la causa por al que no puedo recordar nada.

Necesito ayuda, pero no se donde encontrarla. Sé que necesito un hospital pero no sé donde encontrarlo.

Mis recuerdos se han ido, así que debo confiar solo en mis sentimientos y el buen juicio. Busco en mis bolsillos algo que me ayude a saber quien soy o donde puedo encontrar ayuda pero no hay nada, están vacíos.

Una camisa negra cubre mi cuerpo, pantalón formal y un zapato. Un poco más allá puedo ver el otro zapato tirado. Tierra y sangre cubren mi cuerpo y me siento agotado. lo más probable es que haya venido corriendo por aquí, me tropezara y mi cabeza golpeara contra una de las tumbas.

Veo a mi alrededor. Junto a mí una cruz de piedra confirma la sospecha, pues una mancha de sangre fresca y algunos cabellos descansan sobre uno de sus brazos.

¿Porque estaba corriendo?... ¿Porque nadie me ayudó?... no lo sé y mi cabeza duele cada vez que trato de recordar.

Ahora necesito salir de aquí y encontrar ayuda.

La piel se me eriza por completo ante el estruendo de unas campanas que llegan desde detrás de mí. Una antigua iglesia se levanta aun lado del cementerio y el golpear de dos badajos llena el aire de un tétrico ambiente.

Me quedo paralizado hasta que el doblar de las campanas cesa así como el excelso latir de mi corazón que no hace sino empeorar el dolor.

Al menos hay alguien en la iglesia y esta se encuentra a unos cuantos metros de aquí. Iré a pedir ayuda al capellán para ir a un hospital a que curen esta herida en mi cabeza. Espero no ser un fracasado incapaz de pagar la cuenta del hospital. Lo dudo mucho porque la ropa que porto parece de buena calidad, aunque parece haber más sangre de la que esperaba sobre la camisa y el pantalón. Espero no haberme desangrado demasiado.

El cuerpo me pesa y me cuesta trabajo ponerme de pie. Aun así lo consigo y logro avanzar hasta donde se encuentra el otro zapato. Si me arrodillo para cogerlo y ponerlo en su lugar no creo poder levantarme de nuevo, así que con la punta del pie le doy vuelta e inserto el empeine en él. No queda bien puesto y mi talón sobresale por encima del borde del zapato. No hay más remedio, tendré que caminar así hasta llegar a la iglesia.

Avanzo tratando de guardar silencio... no sé porque. Sobre las tumbas las figuras de ángeles, querubines, caballos, santos y cristos parecen melancólicas. Aunque el lugar es aterrador hay un cierto aire de seguridad en él. Y el miedo se acrecienta conforme me acerco a la iglesia.

Quisiera poder recordar el porque siento esto, pero de momento no puedo sino suprimir esos sentimientos. Necesito ayuda, después habrá tiempo para recordar.

La iglesia tiene un porte antiguo. Feroces gárgolas descansan sobre el dintel y figuras de santos adornan nichos en cada una de sus paredes. Una sola torre guarda dos campanas y una cruz de piedra se levanta imponente en el patio del recinto.

La verja que da acceso al interior del patio está abierta y doblada. No estoy muy seguro, pero me da la impresión de que alguien o algo tiró de ella para abrirla, rompiendo una cadena que ahora yace en el suelo y sacando de sus soportes una de ellas, doblando la otra hacia el interior.

Mi cabeza casi explota mientras trato de recordar. Quisiera saber porqué tengo el presentimiento de que, fuera lo que fuera, eso que dañó la puerta intentaba salir de aquí.

Aun así alguien debe de haber tocado las campanas y ahora lo que necesito es atención médica.

Traspaso la verja y llego hasta las pesadas puertas de madera que están cerradas de par en par. En vez de tocar empujo un poco y una de ellas cede con facilidad, mostrandome el interior del recinto.

No hay luces en el lugar, pero la luna ha encontrado una gran brecha y toda su luz entra por uno de los ventanales. El lugar es un desastre. Algunas ventanas están rotas y múltiples cristales de colores se encuentran esparcidos por el suelo. Las bancas de la iglesia están desordenadas, algunas de ellas rotas y restos de flores pisoteadas se esparcen por todos lados. Solo el cristo colgado del altar parece presenciar conmigo la escena, pues el lugar está vacío.

A mi izquierda hay una puerta que parece llevar al campanario. Me dirijo a ella, tal vez el capellán aun se encuentre allí.

La puerta está cerrada, aunque no veo ninguna cerradura. Empujo pensando que tal vez se encuentre atascada. La puerta cede por un instante y luego vuelve a cerrarse con fuerza. Es como si alguien estuviese empujando desde el otro lado para impedir que yo la abra.

-¿Hola?- Digo de pronto. -¿Hay alguien allí?... Necesito ayuda... estoy herido...-

No hay respuesta, solo el silencio de la noche que empieza a fastidiarme. Tomo distancia y me arrojo contra la puerta. Esta vez la puerta se abre hasta la mitad, pero de inmediato se cierra de nuevo. Desde dentro llega el sonido de dos niños llorando y el de alguien tratando de chitarlos con un leve siséo.

El esfuerzo ha hecho que mi cabeza duela en demasía. No puedo soportar el dolor y caigo de rodillas frente a la puerta que alguien intenta mantener cerrada.

Necesito ayuda y aquí no la encontraré. Con esfuerzo consigo levantarme. Tengo que encontrar ayuda... y tengo que llamar a la policía. No se que esté sucediendo, pero algo muy extraño pasa aquí y no pienso quedarme a averiguarlo.

Atravieso de nuevo la verja de la iglesia y desde aquí alcanzo a ver que más adelante, descendiendo la colina donde se encuentra la iglesia y el cementerio, hay un pequeño pueblo. No creo tardar más de unos minutos en llegar caminando hasta allí. En la primera casa que encuentre pediré ayuda y un teléfono para llamar a la policía.

Debe ser una hora muy avanzada de la noche, pues desde aquí no alcanzo a ver ningún auto circulando en el pueblo. Solo alcanzo a ver las luces de dos vehículos que a toda velocidad se alejan por las montañas al otro lado del pueblo. Es una población pequeña.

Las luces de casi todas las casas están encendidas, aunque parece haber un corte de energía justo al centro del pueblo. Es extraño, muy extraño, que esa parte sin luces sea un círculo casi perfecto y que la oscuridad sea tan intensa que no alcanzo a ver ninguna casa en su interior.

Las campanas vuelven a atronar, pero esta vez se escucha un estruendo, como si una de ellas hubiese caído y chocado contra el suelo. Escucho los gritos desesperados de un hombre que se apagan de pronto y el chillido terrorífico de niños a mis espaldas.

No se que esté sucediendo, no me he detenido a mirar atrás. Estoy asustado y, a pesar de que mi herida en la cabeza y el zapato mal puesto, emprendo una carrera colina abajo. Estoy escapando, eso está claro, muy claro. Pero no sé de que estoy escapando... de algo... ¿De qué?... de algo... de algo muy malo... de algo espantoso.

No aguanto más la cabeza. Tengo que detenerme un poco para que mi corazón se relaje, para calmar el dolor de mi cabeza.

Exhausto me apoyo en un árbol. Me duele el talón así que levanto un poco el pie para acomodarme el zapato. No me había dado cuenta de que mis zapatos tienen manchas de sangre seca. No es mía, pues yo no he sangrado tanto, o eso creo. No sé que sucede pero tengo miedo... Necesito ayuda.

Sin darme cuenta he llegado al pueblo. las luces de la calle iluminan el silencio espectral que inunda el pueblo. Es casi tan silencioso como el cementerio.

Me dirijo a una de las casas. Las luces del interior están encendidas. Llamo a la puerta pero nadie responde. Seguramente los dueños están dormidos, así que espero pacientemente a que alguien salga a averiguar que sucede.

Mientras espero me doy cuenta de algo terrible: Hay una ventana rota y cristales tirados por todas partes. Todas las casas que alcanzo a ver tienen las luces encendidas pero no hay signo alguno de movimiento en ellas. Algunas puertas están abiertas de par en par, otras parecen haber sido derribadas. Hay cristales rotos por todos lados, las rocas de algunas paredes se esparcen por las calles. Hay autos chocados o mal estacionados, con las puertas abiertas... ¡¿Que mierda pasó aquí?!... algo terrible...

Mi cabeza no para de punzar mientras sigo corriendo rumbo al centro del pueblo... Si algo sucedió la gente se habrá reunido en la plaza del centro. Allí habrá policías y ambulancias atendiendo a los heridos. Tal vez encuentre a algún rezagado como yo que me ayude a llegar o alguna patrulla de soldados... no lo sé.

Pero todas las calles están vacías y silenciosas. La destrucción se ve por todas partes, algunos incendios, casquillos de bala tirados, manchas de sangre... pero no hay nadie... vivo o muerto... no hay nadie... "eso" se los llevo... ¿Que es "eso"?... ¡No aguanto mi cabeza!

Rendido caigo de rodillas a mitad de la calle, tengo que recuperar aliento y calmar un poco el dolor de cabeza.

Solo escucho mis jadeos que poco a poco se van calmando. De pronto la cabeza deja de punzar lo suficiente como para darme cuenta de que el silencio no es absoluto.

Escucho el llanto de una niña... si, es una niña sollozando. Trato de tranquilizarme para averiguar de donde viene, aunque parece venir de todas partes.

-¡Tranquila!- grito al viento,,, -¡¿Donde estás?!-

No hay respuesta, pero sigo escuchando a la niña sollozar. El sonido se escucha más fuerte cerca de lo que parece ser una antigua casa. Con cuidado paso por encima de los restos de una barda para acceder a un hermoso patio con una fuente y un césped perfectamente cuidado... Algún día tendré suficiente dinero como para vivir en una de las casas cerca del centro...

La niña sigue llorando. A un lado de la casa puedo escucharla.

-Tranquila... Ya estoy aquí-.

Tras un arbusto puedo ver a la pequeña de unos ocho años sentada, abrazándose las rodillas. Su larga cabellera negra no me deja ver su rostro. Está descalza, solo lleva puesto un camisón blanco. A pesar de que ya estoy cerca de ella no se mueve.

De pronto me doy cuenta que ella no la única que está llorando, que el sonido sigue viniendo de todas partes. Miro a mi alrededor y veo más niñas con vestidos blancos por todas partes, junto a los árboles, las paredes, sobre el techo de la casa. Todas son iguales, copias de la misma niña sentada y sollozando... No entiendo... ¡No se que sucede!...

Vuelvo a ver a la niña que está frente a mí. Su cuerpo se ha extendido y ahora me doy cuenta de que no es una niña. Cual si fuera un títere, el vestido pende de una larga pata que se levanta muy por encima de mi cabeza y se pierde tras la casa. el cabello negro se desprende de una especie de rodilla que hace unos momentos estaba doblada y, al estirarse, ha descubierto una especie de boca llena de enormes dientes puntiagudos. El aire entra y sale de el hueco produciendo lo que parece el llanto de una niña.

Miro a mi alrededor. Las incontables patas se han levantado y sus bocas ahora descubiertas muestran sangre y restos de carne en ellas. No puedo ver a la criatura a la cual pertenecen esas patas pero por el largo que tienen debe ser colosal... ¿Como es que no pude verla desde la colina?

Aterrado corro hacia la barda y escalo de nuevo por el tramo roto. El llanto de las niñas se ha convertido en un terrible alarido que se acerca cada vez más.

Sigo corriendo sin mirar atrás. A lo lejos puedo ver una luz en el cielo, parece ser un helicóptero. Corro hacia él pero la luz está alejándose.

De pronto el camino queda truncado y no puedo avanzar más. Cual si hubiese sido cortado con un afilado cuchillo, el camino se interrumpe frente a mí. El corte se extiende a izquierda y derecha dividiendo árboles, casas, autos. Todo en una línea perfecta.

Frente a mí solo hay un enorme abismo oscuro. No puedo ver el fondo pero alcanzo a ver el otro lado del enorme agujero. Del otro lado las casas también están cortadas y allí puedo ver más niñas de vestido blanco sollozando en los rincones.

Tras de mí el estruendo de los gritos se aproxima, escucho cristales rompiéndose, árboles siendo arrancados... ya están muy cerca y no tengo a donde escapar.

Totalmente aterrado y desesperado me paro en la orilla del abismo. Extiendo los brazos de par en par y cierro los ojos. Dejo que el equilibro se pierda y siento como mis pies se alejan de la orilla mientras caigo hacia el vacío.

Y ahora, mientras siendo el aire frío golpeando mi rostro, puedo recordar perfectamente todo lo que sucedió.

1 comentario:

  1. Cuando vi el titulo me acorde de mi nena... u.u
    Pero ya lo lei completo y esta chido... imagina un final demasiado diferente al que tuvo xD... esta genial..

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